ICH WAR HIER. Manifiesto.
La huella, el deseo de permanencia, las
relaciones de poder en un mundo globalizado y la lucha por el dominio del
imaginario.
Un graffiti en un árbol, símbolo del
deseo humano de dejar huella, símbolo también de la capacidad del Poder de
influir en el imaginario colectivo modificando el paisaje y mediatizando las
imágenes.
Deseamos construir nuevos modos de
sensibilidad, modos de relación con el otro, modos de producción, modos de
creatividad que produzcan una subjetividad singular.
Dejando nuestra huella,
rechazamos los modos de codificación preestablecidos, todos esos modos de
manipulación y de control a distancia.
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ICH WAR HIER. Desarrollo del proyecto.
El
deseo de trascendencia del ser humano nos impulsa a dejar nuestra huella en el
mundo, aunque, a veces, ésta sea una huella violenta. Todos modificamos el
paisaje para dejar nuestra impronta, nuestro rastro, lo que pensamos, quienes
somos, a quién amamos u odiamos.
Así
encontramos las obras faraónicas de la M-30 en Madrid, las pirámides de Egipto,
la conquista de Europa por parte de Napoleón o de Hitler conviviendo con gestos
mínimos como los graffiti en los cuartos de baño, las paredes o los árboles.
Todos son expresiones de lo mismo:
"Yo he estado aquí, yo soy y deseo
que se sepa, lo grito".
En el
jardín de la facultad, tras un primer análisis de los graffiti hallados en los
chopos, hemos elegido como símbolo de nuestra obra el siguiente texto:
Ich war hier
"Yo estuve aquí"", equivalente a "he existido, he sido, deseo
permanecer".
No es
anecdótico que este graffiti lo haya realizado un extranjero, alguien que está
de paso en este lugar, como todos estamos de paso en el mundo. Es nuestra
"vanitas" moderna.
Nuestro proyecto está dividido en tres partes:
- Una
intervención en el jardín de Bellas Artes que reproduce uno de los
graffiti encontrados en un grupo de chopos del jardín de BBAA en gres
esmaltado.
- Un vídeo que combina pensamiento y proceso
- Una
serie de textos y fotos que recogen nuestro proceso de investigación sobre
la zona y el pensamiento relacionado con la obra.
“Abner Cohen define la política como <<la
distribución, mantenimiento y ejercicio de la lucha por el poder dentro de una
unidad social>>. (…)Pensar en el poder como fuerza física o coerción es
no captar completamente la sutileza con que habitualmente se manifiesta, ya que
en las transacciones cotidianas el poder se objetiva, se desarrolla, se
mantiene, se expresa o camufla por medio de símbolos.”[1]
[1]
Lewellen, T. C. Introducción a la antropología política, Barcelona,
Bellaterra, 1994, pág. 141.
Para la edificación de la Ciudad Universitaria se eligió la opción del campus norteamericano como modelo teórico de la ciudad aunque fue preciso adaptarlo al enfoque español. Alfonso XIII y la Junta monárquica pretendían agrupar bajo un plan magnífico y completo de modernas construcciones en un bello y amplio parque las diferentes escuelas y facultades, dejando el anticuado sistema del edificio único universitario para trocarlo por el de edificios independientes para las distintas ramas del saber.
Alfonso XIII abdica y se proclama la Segunda República española.
Con la llegada de la Segunda República, Madrid se convierte en asunto de Estado.
Con la república, en cambio, se piensa que "la exaltación de la idea de capitalidad es indispensable para el funcionamiento nacional del régimen, para la prosperidad y armonía de la nación entera". Por ello, tanto por iniciativa de Manuel Azaña, como de Indalecio Prieto, se concede a Madrid, como capital de la República, una asignación de 80 millones de pesetas a invertir en diez años.
La Gaceta Literaria dedicó un número especial, en 1928, a la arquitectura moderna, donde se sientan los principios y la necesidad de una más moderna construcción para Madrid. La realización más interesante, como conjunto arquitectónico dentro del proyecto «Gran Madrid», fue la Ciudad Universitaria. Iniciada en 1927, casi en su totalidad fue realizada durante la República. Una junta presidida por Alcalá Zamora, pero en realidad promovida y dirigida por su secretario Juan Negrín, dirigió su construcción.
Una serie de hechos dieron al traste con el Gran Madrid que soñaron Azaña, Prieto y el arquitecto Zuazo y al que el brutal e irracional estallido de la guerra civil acabó por matar. Fue una lástima que fuera destruida casi en su totalidad en el dramático cerco franquista a Madrid.
El régimen franquista no solo expulsó del Colegio de Arquitectos a los hacedores de ese incipiente Madrid vanguardista y revolucionario sino que llegó a identificar vanguardia y modernismo con república e impuso en consecuencia, ese nuevo orden arquitectónico franquista que todos sufrimos y que Madrid sigue sufriendo.
Fue particular deseo del Caudillo, según rezaba la propaganda, proceder a la rápida construcción de la Ciudad Universitaria. Los escasos recursos se focalizan en Madrid, donde la reconstrucción de la Ciudad Universitaria, tan miserablemente destrozada durante la guerra, se convierte en un fin propagandístico de primera magnitud para la dictadura.
Se erige una estatua ecuestre representando al general Francisco Franco por la Junta de Gobierno de la Ciudad Universitaria en 1943, tras una proposición de la Comisión Permanente de la Junta Rectora en febrero de 1942.